A mi Madre
Madre,
Abro mis ojos y ya no estás.
Te fuiste una tarde de septiembre
del año dos mil dos
llevándote tu voz
que aún retumba
en mi cerebro con el eco majestuoso del amor.
Contigo también partieron
las caricias y los besos
que sensibilizaron mi razón.
Esos que me enseñaron desde la cuna
el valor de la ternura
lo que es la adoración.
Hoy mirando a las alturas
te grito con devoción
gracias madre por la vida
que tu corazón me dió.
Desde mis primeros pasos,
un amplio camino abriste
y tu me diste la mano
y me llevaste por él
hasta dejarme a mi solo
que fuera mi timonel.
Me enseñaste mil palabras
para yo hacerme entender
y con ellas he podido
comprender a esta Babel.
De ti aprendi tantas cosas
que son mi forma de ser
y todas desde muy niño
me enseñaron a crecer
hasta llegar muy arriba
en la escala del querer.
Gracias mi querida madre,
donde sea que tu estés,
gracias mil gracias te doy
por que el dón que tu me diste
lo multipliqué por dos:
hoy me acompaña una niña
y un hijo de su corazón
que son extensión de mi vida
gran fuente de mi alegría
regalos que Dios me dió.
© Saúl Sánchez Toro
Medellin , Colombia
Medellin , Colombia
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